El autovisado es, en sí mismo, una estupidez. Consiste en que un profesional firma una receta y después vuelve a firmar para dar fe de que lo primero es cierto y ajustado a norma. Esto, se lo explica uno a un médico de un país civilizado y corre el riesgo de que se haga daño del ataque de risa. Se puso en marcha, en su momento, para obviar algunas dificultades legales con algunos fármacos y con alguna otra prestación (pañales de incontinencia) mientras se le encontraba una solución legal, mientras se modificaba la norma. Como siempre pasa en esta país, se había hecho una chapuza, pero como el problema se resolvió… nadie ha vuelto a echar cuentas.
Cuando vi lo de las excepciones terapéuticas con los fármacos desfinanciados a partir de hoy (la mayoría son guarrerías de venta en farmacias, pero hay fármacos) me temí por donde iban a ir los tiros. Confirmado… más autovisados.
El ordenador lo hace solo y entonces, la estupidez se disimula.
No es el único caso… poco a poco se han ido colando en los nuevos anticoagulantes y en alguna otra cosa.
Si hemos sido capaces de resolver, de casi 17 formas distintas, la atención a emigrantes «sin papeles», que tiene mucho mérito, a pesar de que algunos les pudiera dar risa si no fuese por la enorme gravedad del tema… ¿no seremos capaces un día… de dedicarle un rato a los cupones de descuento de las farmacias (comúnmente llamados recetas), para poner un poco de sentido común? Seguro que hay descreídos que afirman que no. La verdad es que la historia les da la razón, pero no hay que perder la esperanza.
El visado, si existe, tendrá que ser de otra instancia y si no, debe ser suprimido para evitar el ridículo más completo.
Firmado: José Luis Quintana
Autofirmado: José Luis Quintana