Yo también quiero. Parte II

abril 18, 2012

Respondo a la petición de mi gran amigo Rafa Bravo acordándome de que hace poco, tras la aparición de un efecto secundario importante en una nueva medicación, nos mandaron, vía correo electrónico institucional, el listado con los pacientes a los que se les había prescrito dicho fámaco. Para que no hubiera problemas de confidencialidad, el documento estaba debidamente encriptado. Rafa me decía que por qué no pedía «nuestros datos de prescripción» y pensé en un nuevo «yo también quiero«. He de decir que nosotros tenemos la inmensa suerte de tener estos datos. Podemos estudiar algo sobre nuestra prescripción. Como todos sabéis, cuando un paciente acude a nosotros y le abrimos el episodio de diabetes, todo lo que hagamos con dicha diabetes colgará de dicho episodio de tal forma que cada receta prescrita para su diabetes irá a engrosar el número de recetas que se prescribe a ese episodio de diabetes. Como por el vademécum sabemos lo que cuesta, podemos conocer el gasto total de nuestros diabéticos. Bueno, es aproximado, ya que es posible que muchos no siguan el tratamiento y otros pidan más recetas de las necesarias, pero mide una tendencia. La siguiente figura muestra el número de diabéticos, el gasto por paciente y el tanto por ciento de diferencia de gasto (tomando como el 100% el de menor gasto por paciente), de las 13 consultas de medicina de familia de mi centro.

Como se puede comprobar, hay una gran variabilidad entre consultas tanto en el número de diabéticos (prevalencia por consulta), como en el gasto por cada diabético. No sé si esto es bueno o es malo, no sé si es porque en una consulta están los diabéticos con mayor comorbilidad o los peor o mejor controlados, simplemente es lo que hay. Deberíamos estudiarlo en profundidad y si resultara que el que menos gasto tiene «controla» a sus diabeticos de forma parecida a como lo hacen los demás, no cabe duda que es el más «eficiente» y que los demás deberíamos tender a imitarle.
¡Dios mío! No lo verá el consejero.

José Antonio González-Posada Delgado, médico de familia.

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Pídeme lo que quieras

abril 29, 2011

En nuestra comunidad autónoma, hemos asistido a un proceso de centralización que, en opinión de muchos, entre los que me encuentro, va a perjudicar muchos aspectos de la atención primaria.

Seguramente, la principal justificación de la existencia de historia clínica electrónica en atención primaria no está no en en la eliminación del papel, ni en automatización de tareas odiosas (también se puede resolver con inetligencia, lo que ocurre es que escasea),  si no en la explotación de los mismos, en la extracción de datos.

Poder saber, con nombre y apellidos, los cardiópatas isquémicos que tiene el colesterol mal ajustado, o los pacientes que toman diazepam, realmente es la mayor justificación de la historia clínica electrónica. La flexibilidad, rapidez e inmediatez de la extracción de información de una base de datos informática no resiste comparación. OMI-AP es un sistema en el que la base de datos está en un servidor en el centro. En algunos centros, hemos conseguido extraer datos directamente de nuestro servidor y en otros, a través de los informáticos de las antiguas áreas, se había alcanzado un cierto nivel de explotación de datos que servía para las mediciones de los» jefes» y, cuando era bien orientado, para mejorar la atención de los pacientes.

La nueva concepción de la estructura de primaria y la implantación de AP-Madrid, han llevado los datos a un servidor central. A la base da datos resultante no debe haber quien le eche mano, porque de momento su única via de explotación, que es e-SOAP, no es capaz ni de identificar pacientes, ni de permitir que «cualquiera» consulte sus datos (el acceso de profesionales es muy restringido).

Total, que como los datos cada vez se alejan más del asistencial pues… se habilita un formulario para solicitar los mismos

Desde luego, es mejor tener información rellenando un formulario que de ninguna manera pero:

  • No es posible mejorar sin disponer información para la mejora. El sistema de información es el corazón de nuestro sistema.
  • Desconozco la utilidad de una base de datos con TODOS los datos pero… acepto pulpo como animal de compañía… nuestros gestores la necesitan. Pues nada… que la hagan.
  • Una vez hecha, es IMPRESCINDIBLE que se trocee esa basa de datos. A cada dirección asistencial se le han de facilitar sus datos, al menos agregados por centros. Es su única forma de poder comparar unos centros con otros y, a través del análisis de caraterísticas y diferencias, hacerles mejorar.
  • Tambien es IMPRESCINDIBLE que se dé a los cetros de salud su trozo de la  base de datos. A cada centro se la ha de dar desagraegado por CIAS y con posibilidad de identificar pacientes. Es su única forma de poder comparar unos compañeros con otros y a través del analisis de caraterísticas y diferencias mejorar. Sólo llegando a cada historia clínica se puede mejorar. No vale que te digan que el 20% de tus pacientes tienen mal control si luego no sé quienes son. En el fondo, hablamos de los tres niveles de la gestión: macro, meso y microgestión. Para nuestra microgestión nos es imprescindible el acceso directo a los datos y a nivel pacientes.

Da igual que a eso se le llame investigación, que ciclo de calidad, que lo que sea… es la única forma de progresar.
Si yo no sé explotarlos o interpretarlos, enséñame a hacerlo, pero hay gente que sabe hacerlo y muy bien.
No me digas «pídeme lo que quieras». Mejor dame lo que me corresponde y si necesito ayuda te la pido… No me trates como a los niños.. Nos tienen que dar nuestra parte de la base de datos, si es con un sistema de explotación flexible y sencillo perfecto y si no, que nos la den y nos ofrezcan ayuda. Sin eso no podemos crecer ni mejorar.

Y dicho sea de paso, todos los diagramas de flujos de trabajo de la Consejería tienen una sobredosis de flechas y dibujitos. Tal vez se trate de un empacho de Microsoft Visio.

José Luis Quintana, médico de familia.


De urgencias

marzo 13, 2011

En nuestro centro, tenemos por costumbre que, cuando las consultas están llenas y algún paciente dice que no puede esperar a citarse con su médico -no le llamamos nunca urgencia, porque en primaria prácticamente no existen- se le valora en la consulta que ese día está designada a tal efecto.

Hace menos de una semana atendí a una mujer de 48 años, sana, que no podía esperar. Contaba dolor faríngeo y disfonía; preguntada por la fiebre, me dijo que unas décimas el día anterior. Su médico tenía hueco en la agenda al día siguiente, pero no para ese mismo día. Le dije que no comprendía el motivo por el que no podía esperar, que podía ser atendida al día siguiente, pero que iba a hacer que la viera su médico en ese mismo día, cuando tuviese un poco de tiempo.  Se le dio cita para ese día, vamos, para un rato después, pero al ser llamada para atenderla no estaba. Hoy he contestado su reclamación en la que comenta que tenía que marcharse al trabajo y no podía esperar.

¿Cómo queremos poner orden y racionalidad en un sistema en el que un paciente, que sabe que no tiene ningún problema, ni siquiera mediano (de hecho se marchaba a trabajar) y que alega que no puede esperar, es atendido sin cita en ese día, pasando por delante de los pacientes citados, y cree que tiene derecho a reclamar porque no fue ipso facto? El asunto son las expectativas generadas: venga usted cuando quiera, como quiera, que le atenderemos inmediatamente… ¡no puede ser!. Ha llegado un momento en que voy a empezar a despedirme de los pacientes citados con: ¡Muchas gracias por citarse! En el fondo, es infinitamente más cómodo y sencillo «ir de urgencias».

Por supuesto, he contestado amablemente la reclamación.

Hace muchos años trabajé en Móstoles. Las urgencias se extinguieron cuando pegamos la lista de citados en la puerta. Los que tenían cita se encargaban de «frenar», en la propia sala de espera, a los que «no podían esperar». No sería políticamente correcto, pero esto tampoco es razonable. Algunos acuden «sin límites».

Hay que buscar soluciones nuevas a los sistemas de citación.

José Luis Quintana, médico de familia.


Sin sanidad y sin trabajo

julio 29, 2010

Hace algunos días leía un noticia acerca de los problemas de algunas cooperativas de escuelas infantiles de la Comunidad de Madrid que han perdido su concesión a pesar de que su propuesta educativa fuera la mejor, porque uno de los aspectos más valorados es la oferta económica.

En estos momentos, en los que la Consejería de Sanidad se plantea cambios organizativos en los centros de salud de atención primaria, esta noticia no favorece que los profesionales podamos participar en nuevas fórmulas de gestión o, lo que es lo mismo, «Cuando las barbas…» o «Virgencita que me quede…».

Juan Bravo Acuña, pediatra de cabecera


En mi centro se hace así (2): las mamografías del DEPRECAM

mayo 13, 2010

DEPRECAM: programa de detección precoz del cáncer de mama de la Comunidad de Madrid, nacido del acuerdo con la Asociación Española Contra el Cáncer. Las mamografías  se hacen en un autobús diseñado al efecto, el mamobús (hay que buscar al que lo bautizó y darle… una colleja). Una vez informadas con el sistema de codificación BIRADS (Breast Imaging Report and Database System), se notifica por carta a la paciente y al centro de salud, al que además se remiten las mamografías. El propio protocolo del DEPRECAM vuelve a citar a las pacientes que precisan nuevos estudios  de imagen o les da las citas en las unidades hospitalarias correspondientes.

En nuestro centro, la enfermería ha asumido la totalidad de las actividades preventivas de cada paciente, por lo tanto se sigue el circuito descrito en el gráfico y entre administrativos y enfermeros se «ventilan » las mamografías.

Esto es un ejemplo de cómo todos, desde nuestros puestos, trabajamos por la salud de los pacientes.

José Luis Quintana, médico de familia.

P.D.: No es objetivo de esta entrada valorar la utilidad de la mamografía como método de cribado ni la organización del DEPRECAM; solo de la organización del trabajo en equipo. Tengamos la fiesta en paz 😉