Nuestros gestores sanitarios nos dicen que debemos ser más competitivos y que para eso tenemos que producir más y mejor. Supongo que se refieren a mejorar la utilización de los recursos, a que debemos ser más eficientes y a que bla, bla, bla. Pero, ¿cuál es el recurso más preciado de un médico de atención primaria?… pues el tiempo, señores, el tiempo.
El tiempo en sus dos vertientes: el dedicado al paciente cuando acude a la consulta y el tiempo que acompañamos al paciente a lo largo de su vida, eso que tiene que ver con la longitudinalidad de la atención primaria y que nos permite ganarnos su confianza. Pero no lo saben, no lo comprenden y por eso lo derrochan, por eso les parece más importante que atendamos a una persona con un catarro en menos de 48 horas, que un caso grave esté en una larga lista de espera o en una agenda cerrada. En Madrid, por causa del tiempo, volvemos a estar ATensión: nos quieren imponer una “agenda de calidad”, un sistema de trabajo uniforme, con unos actos absurdos y con una organización aún más absurda.
El problema es que no se dan cuentan que no estamos organizando sólo un sistema de cita, estamos manejando tiempo y no les entra en la cabeza que el tiempo es oro.
La causa de tamaño despropósito es que no se tiene claro el concepto de productividad = producción/recursos ¿que qué significa?, pues que si el tiempo actúa en el denominador como una constante – un minuto son 60 segundos 🙂 – y si lo que queremos es incrementar el numerador para aumentar la productividad, no queda más remedio que utilizarlo de la mejor forma posible, es decir, en actividades de alto valor, ¡cuánto podríamos aprender de los británicos! Pero, es posible que piensen que trabajamos poco y que controlando el tiempo se soluciona el problema. Se vuelven a confundir, se centran el proceso, olvidándose del resultado. Señores del gobierno… que sea, aclaren ustedes cuál debe ser el resultado, aclaren qué es lo que consideran que mejora la salud de la población, no busquen solo “sus intereses políticos”, controlen razonablemente, para que no pase como con la crisis económica. Incentiven a los que lo hacen bien y no se preocupen, el resto lo haremos nosotros. Mientras tanto, no sigan con su “café para todos”, el mayor desincentivo para los que se afanan en hacerlo bien.
Por favor, no sigan derrochando nuestro tiempo y nuestra ilusión.
José Antonio González-Posada Delgado, médico de familia