Cuando uno aprende el oficio, le enseñan una serie de rutinas. Por ejemplo: al paciente se le explora tumbado, con la cabeza a la izquierda del explorador.
En alguna ocasión la rutina se acompaña de una frase que repetimos como una letanía: pupilas isocóricas y normorreactivas; abdomen blando y depresible, no se palpan masas ni megalias…
Estas rutinas y letanías se incrustan tanto en nuestro hacer, que a veces las utilizamos sin criterio. Exploramos a un paciente con diarrea y en la historia figura eso de pupilas isocóricas y normorreactivas.
Uno de estos mantras que aprendí con los pediatras es la de testes en bolsas. Viene a querer decir «le he tocado las pelotas al muchacho y están donde deben». Aunque mis tiempos de atender niños quedaron atrás, esta maniobra tiene justificación en muchos momentos, pero en otros puede pasarle lo que a las pupilas. Esto en el centro donde trabajo da lugar a jugosos comentarios: la estrategia testes en bolsas es tocarle las pelotas a alguien sin necesidad, como rutina.
En estos tiempos de crisis es muy sencillo seguir la estrategia testes en bolsas con los funcionarios (entre los que estamos). Obsérvese al consejero de Hacienda de la Comunidad de Madrid.
Parece evidente que a todos nos toca arrimar el hombro pero… lo que vamos a tener que hacer es pagar la disparatada administración del dinero público que se ha hecho desde todos los lugares; desde el ahora llamado gobierno central y desde el autonómico. Los funcionarios de sanidad no hemos decidido cuántos hospitales hay que construir, ni la creación del call-center mediante empresas privadas, ni localizar parte de la consejería en un edificio de Azca (corazón financiero de Madrid), ni ocupar un edificio de Gran Vía para a Agencia Laín Entralgo, ni invertir en desastres informáticos, ni financiar fármacos cada vez más caros sin ningún criterio…
Así que, consejero: están en su sitio, deje de tocarlas :-(.
José Luis Quintana, médico de familia.